martes, 13 de diciembre de 2011

Madrid no es Roma

No doy crédito. Ya sé que llego tarde, pero acabo de ver la entrevista al señor Cayetano Martínez de Irujo y se me ha revuelto la cena de antes de ayer. Si partimos de la base de que todos defendemos lo ‘nuestro’, como éste señor llama a lo que sus antepasados consiguieron a golpe de espada y puñal por la espalda, incluso podría entender cómo lo hace... es decir, sin tener ni ‘puta’ idea o peor, sin querer tenerla , de lo que es la vida real.

No es que yo sepa más de la vida que este señor,  pero es por eso mismo por lo que procuro ser, más que prudente (que no lo soy mucho), categórico en mis observaciones sobre lo que desconozco. Además, me hace ‘gracia’ como lo ha hecho… os aseguro que si ponéis en la boca de un niño de 12 años todo lo que ha dicho… no os parecería raro… madre mía, que forma de expresarse un tipo que ha tenido a su alcance todo y más.

Este tipo de comentarios sobre personas y gente que uno no conoce, realizados desde la absoluta ignorancia, son los que hacen que mi idea sobre este país llamado España se radicalice. Y no, no va en el sentido nacional, patrio, rojo y gualda, sino en el más puro verde y blanco.

En mi opinión, la educación (la escolar y la de la propia vida) que hemos recibido y la pasividad de todos ante la centralización que todos los gobiernos y ‘cuartos poderes’ han promovido y promueven en España han provocado esta manera de opinar sin fundamentos, sin reflexión y sin sensibilidad.
Estoy cansado, no de que la gente opine sin saber sino de que opinen sin querer conocer. Lo del señor Irujo es de chiste, pero tristemente es algo que no es excepcional. A los que me refiero son a ese tipo de personas a las que si, por ejemplo, les preguntas por vascos o catalanes te meten a todos en el mismo saco, señalándolos de independentistas radicales que odian España y que sólo hablan euskera o catalán basándose siempre en lo que ven por la tele o en lo que escuchan de personajes como este, jactándose, al final de sus discursos vacíos, de no conocer a un solo catalán o vasco o de ni siquiera haber pisado las comunidades donde viven.

Por suerte conozco a algunos vascos y tengo familia de sangre en Cataluña y… algo he conocido. En una ocasión, unos meses antes del 11-M, un vasco al que conocí en un viaje (y con el que apenas crucé dos palabras), buscó la manera de contactar conmigo el mismo día del atentado (que el gobierno de aquel entonces atribuyó a ETA) sólo para expresarme su disconformidad con la manera de lograr un mismo objetivo. Quiso hacerme ver que como él había muchos que creían en la independencia pero que rechazaba esa manera de conseguirlo.

Es decir, alguien que jamás tendría que haberme dado explicaciones de nada (y que jamás yo se las hubiese pedido) creyó en lo que el gobierno dijo en ese momento y sintió la responsabilidad de pedirme perdón por algo de lo que ni era culpable, ni responsable.  Por aquel entonces yo ya pensaba como ahora y por eso lo que más me impactó y me sigue impactando es que creo que lo escribió consciente de lo fácil que en España se señala sin saber.

Igual a algunos esto no les dice nada, pero a mí volvió confirmarme que no sólo yo tengo miedo al centralismo exacerbado de este país, no sólo político sino de ideas. Nos creemos a pies juntillas lo que dicen los medios y escuchamos a los altos representantes de esta sociedad forjada en el capitalismo más puro (ricos, famosos, niños de papa, políticos elegidos a dedazo o por sus contactos con otros representantes de la alta sociedad) sin contrastar nada ni comprobar por nosotros mismos lo que se nos espeta.

El ejemplo del señor Irujo es uno más de tantos, muy parecido al del señor Duran… que no sé cuantas veces habrá visitado Andalucía. Yo como cualquier catalán o vasco también me harto de los comentarios sobre mis paisanos, los andaluces, que provienen de personas que no han pisado mi tierra o que si lo han hecho ha sido sobre el ‘mármol blanco de Carrara’ de cualquier hotel de lujo o Ayuntamiento bienvenido sin pararse a mirar a su alrededor. O peor,  personas que sólo con ver la televisión ‘corriente’ (esa en la que nos meten con calzador y por ‘interés general’ noticias sobre la comunidad de Madrid; esa en la que todas las encuestas se hacen en Madrid y la calle preciados, en la que todos los expertos, catedráticos y filósofos de la vida viven en su mayoría en Madrid o esa en la que sólo salen los pueblos de España para mostrar como tiran cabras de campanarios o tiran tomates en fiestas) ya creen que se enteran de lo que pasa en su país.

Estoy harto del centralismo institucional y social (del que también me siento responsable en parte) que nos ha impuesto este país controlado únicamente desde la capital del reino. Señores, Madrid no es Roma: no todos los caminos tienen que pasar por aquí…  aunque por desgracia…  así nos dicen que tiene que ser y así es.

PD. Vivo en Madrid. Únicamente utilizo la ciudad como un símbolo. Mi crítica va hacia el centralismo, no hacia las personas que viven en la capital que, en sus barrios, pueblos y distritos, también sufren parte de lo que denuncio
 




El comentario de Luis del Olmo no tiene desperdicio

1 comentario:

  1. El Martínez de Irujo es gilipollas. Como gilipollas es el español de a pie -lo sea con orgullo o sin querer serlo- que se cree, sin criterio, cualquier cosa que salga de la boca de un político, un periodista, un bloguero o su padre. El problema es que hay mucho paleto suelto. Demasiado. En cada ciudad y pueblo de esta tierra nuestra. Hartita estoy de escuchar la palabra Madrid para expresar los males de cada cual y que sea el blanco de todos los insultos. Precisamente, esa visión de la que tú hablas la tengo yo al revés: desde mi perspectiva España, de norte a sur, es rica en cantidad de aspectos: lenguas, tradiciones, historia, paisajes, gastronomía, carácter de la gente... Y Madrid parece que, a los ojos de resto, solo tiene la administración central instalada. Parece que no tiene nada, que es una comunidad sin carácter propio, sin alma. La inmensa mayoría de las veces solo se habla de Madrid desde el desinterés y el desconocimiento, como si aquí todos fuéramos políticos abusadores, empresarios sin escrúpulos o ignorantes antinacionalistas, si no fachas; como si solo supiéramos trabajar concentrados en putear a España desde nuestros despachos y amargarnos con el estrés de la gran ciudad. Al carajo! Ya me he cansado de comentar; lo podemos seguir en vivo y en directo. Y dencentralízate un poquito!

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